¡Hola! Seiiti Arata. ¿Sabes cuál es la peor parte de vivir constantemente estableciendo metas y objetivos?
Piénsalo, pausa el video y deja tu comentario abajo antes de continuar: ¿Cuál es, en tu opinión, la peor parte de crear metas?
Al establecer metas incorrectas, existe un gran riesgo de infelicidad, insatisfacción, ansiedad y dificultad de vivir en el presente.

Si lo único que vale la pena es alcanzar esa meta, entonces cada día que pase sin que la puedas lograr será un día de frustración, retraso, molestia, inconveniente y difícil de manejar ya que lo que importa es el glorioso momento en que al fin alcances la meta.
Este es el típico problema de no disfrutar el viaje porque estamos demasiado enfocados en llegar a nuestro destino.
Es como si estuviéramos en un lugar donde no queremos estar — la meta es algo distante. Queremos estar en otro lugar, con otras personas, haciendo otras cosas… o sea, queremos vivir otra vida.
Lo gracioso es que cuando alcanzamos la meta, siempre habrá otra meta esperando. Salimos de la secundaria para entrar a la universidad. En la universidad la meta es entrar a un buen programa de entrenamiento. Como aprendiz, la nueva meta es ser contratado como un verdadero profesional. Entonces, luego se trata de que te promuevan. Luego la meta es retirarte. Qué vida tan horrible esa de siempre estar corriendo detrás de cosas que no tenemos y sentirnos miserables en el camino.
Así que es importante cambiar el marco. En vez de ver la meta como la única cosa que vale la pena buscar, vamos a disfrutar del viaje. Para eso necesitamos un sistema estructurado.
Un buen sistema nos provee variedad; nos trae sentido y propósito. Un buen sistema nos ofrece retos, nos permite ser agradecidos y apreciar lo que ya tenemos. Nos permite formar conexiones, haciéndonos sentir parte de algo más grande.
Si quiero hablar con fluidez una lengua extranjera, pasaré meses, quizás años viviendo distante a mi meta de fluidez. Cada clase, cada año puede terminar en frustración por no tener la fluidez deseada.

Sin embargo, en vez de perseguir esa meta de hablar con fluidez, puedo vivir mi vida a través de un sistema en que todos los días aprenda algo aunque eso signifique aprender una sola palabra. Si me doy cuenta que ya es casi media noche y no he hecho nada para aprender el idioma, puedo abrir el diccionario y estudiar una nueva palabra para así expandir mi vocabulario.
Seamos realistas: saber una sola palabra adicional no hará mucha diferencia en mi ruta hacia la fluidez. Sin embargo, este acto de hacer algo tiene gran valor en mi sistema. Tan solo estudiar esa palabra me hizo continuar, rescatar mi intención. Con este impulso es probable que quiera estudiar más de una palabra. Es como ejercitarse: si hice un simple push-up, es probable que haga dos o más.
Y eso es porque nuestra psicología está guiada por la consistencia: cuando paso todo el día haciendo nada, es probable que el próximo día haga nada también.
De igual forma, si hoy hice algo, es probable que mañana haga algo también. Cuando alguien está en una dieta y hace trampa por un día, usualmente la disciplina de todos los días anteriores comienza a desaparecer. Si dejas de fumar y un día pruebas otra vez, también sentirás que quieres volver a encender el próximo cigarrillo.
La consistencia tiene gran poder y se puede utilizar para desarrollar sistemas que nos ayuden a vivir mejores vidas.
Podemos sustituir las metas distantes por sistemas inteligentes cambiando el marco de nuestro viaje de forma que todos los días nos sintamos realizados.
Un buen sistema es aquel que permite realizar acciones pequeñas para mantener el impulso. A medida que continuamos haciendo más acciones que poco a poco nos acercan a la meta- el sueño- estarán también recordándonos que estamos viviendo la vida que deseamos. Amamos la práctica.
Sentiremos el éxito todos los días si somos consistentes con nuestro sistema. Así es como mostramos nuestro sentido de gratitud, y podemos disfrutar de la jornada.