Cultura de la mediocridad

¡Hola! Seiiti Arata. Te traigo una invitación: Decide ahora salir de lo básico, de lo templado, del medio. Sal de la cultura de la mediocridad.

1. ¿La mediocridad es un insulto?

 Hay personas que se ofenden al escuchar la palabra mediocridad. No entienden el significado de mediocridad. Incluso creen que es un tipo de ofensa.

Sin embargo, una consulta al diccionario nos explica que mediocridad significa común, vulgar, ordinario, mediano, estar dentro de la media. Ser mediocre es sencillamente tener comportamientos medios y resultados medianos.

Mediocre es el comportamiento de contentarse con lo posible en vez de buscar lo mejor en las áreas que te interesan.

-Ah, pero con el salario que tengo, solo me da para hacerlo así de cualquier manera. (Primero hazlo mejor y después pide aumento)

-Sí, pero tenía poco tiempo así que lo he hecho más o menos. (Entonces deja de desperdiciar tiempo en tonterías y hazlo con ganas)

-Ay, es que nadie me ha pegado en la mano. Nadie me ha enseñado a ser diferente. (Aprende solo, lee libros, ten la humildad de pedir ayuda, hazte voluntario para conseguir experiencia)

-Ay, no me voy a esforzar en esta relación porque mi compañero/compañera tampoco se esfuerza. (No te quedes esperando a que los demás mejoren para mejorar tú, sé la mejor versión de ti mismo ahora).

Es impresionante la cantidad de personas que prefiere quedarse en la comodidad de la mediocridad a esforzarse para elevarse, ponerse por encima de la media.

En vez de vivir, se contentan con existir. Quien existe es una piedra, una nube, un insecto. El mosquito existe. Quien vive es solo el ser humano que escoge salir de la mediocridad.

No confundas mediocridad con humildad. La humildad es una virtud. Es ser modesto, demostrar respeto ante las enormes posibilidades y también ante los enormes desafíos con los que te topes. Puedes empezar pequeño, humilde. Y puedes soñar grande, tener grandes aspiraciones que te elevan hasta fuera de la cultura de mediocridad. El mediocre no es humilde. El mediocre no sueña grande.

No confundas mediocridad con gratitud.  La gratitud es el reconocimiento con dulzura sobre lo que ya tienes, quien ya eres y la aceptación de que existen otras posibilidades adelante. Puedes ser agradecido por el momento presente y también esforzarte para que el futuro sea aún mejor. El mediocre no es agradecido. Al mediocre le encanta quejarse.

Cuando hablamos de mediocridad, estamos hablando de cobardía de huir de los desafíos, de escoger ser acomodado.

La mediocridad es el rechazo a buscar crecimiento. Es tenerle miedo a todo. Es el derrotismo conformado y determinista de decir «ay, es que no hay manera porque yo soy así». Decir eso es creer que las personas no cambian nunca, que son estáticas y que no hay posibilidad de crecimiento o aprendizaje.

Como despliegue lógico, la persona orientada por el pensamiento mediocre también tendrá dificultad en reconocer y apreciar el esfuerzo ajeno y el trabajo duro de quien ha alcanzado un nivel de maestría en una cierta habilidad.

Si coges a un gran maestro para demostrar un alto rendimiento, como un gran músico, un atleta excepcional, un brillante científico, alguien que habla sobre temas interesantes en varios idiomas con fluidez, ¿cuál es la reacción de la persona de comportamiento mediocre? Se explica diciendo que es talento, que es suerte, que el alto rendimiento se debe a un atributo innato, como el color de los ojos. «- Ella toca tan bien. Es de Acuario, es creativa». «-Es bueno en deportes, nació con suerte». «-Tiene talento para hablar varios idiomas». No existe talento alguno, existe la dedicación, el interés, el estudio. Existe el esfuerzo. Horas dedicadas a práctica deliberada.

¿La mediocridad es un insulto? Bueno, si buscas la excelencia, entonces la mediocridad debe ser una ofensa, sí y, por lo tanto, debes evitar tomar decisiones que te mantengan dentro de la cultura de mediocridad.

Riqueza Verdadera - Seiiti Arata, Arata Academy

2. ¿Cómo salir de la cultura de la mediocridad?

Hay cuatro pasos para salir de la cultura de la mediocridad: voluntad, precio, reflexión y acción.

Lo primero que hay que hacer es despertar tu voluntad, tu intención. Tienes que romper el encantamiento que te aprisiona en un estado de adormecimiento, de baja consciencia. La mayor parte de las personas que están en la cultura de la mediocridad ni siquiera saben que es mediocridad, pues no tienen una visión del impacto que quieren dejar, de lo que desean hacer, de quiénes quieren ser. Necesitas imaginar con claridad, desear intensamente y creerlo sinceramente.

 Después de despertar la voluntad, es necesario pagar el precio. Porque para salir de la mediocridad tienes que dejar de acomodarte con el resultado mediano. No es fácil, conlleva un esfuerzo. Y ahora tienes que firmar un contrato contigo mismo, un contrato en el que ACEPTAS PAGAR EL PRECIO para salir de la mediocridad. Si no aceptas pagar el precio, NUNCA vas a salir de la mediocridad.

Piensa en las personas que conoces y fíjate: La persona mediana, mediocre es la persona que no quiere pagar el precio. Por eso se contenta con tener resultados medios en lo que hace, ya sea en la escuela, o en un trabajo en el que hace lo mínimo necesario para no ser despedida. Hoy no hace ni una fracción de lo que hacía en la fase de conquista. Se ha acomodado.

Pagar el precio también es entender que tendrás que enfrentarte a situaciones no populares.¿Qué pasa cuando empiezas a destacar en la escuela, o en el trabajo? Envidia, cotilleos, mofas. Este es el poder de los mediocres, que actúan como una pandilla para rebajarte , porque no quieren que nadie destaque. Si eres del tipo de persona que quiere gustarle a todo el mundo, nunca saldrás de la mediocridad. La cultura de la mediocridad es cuando intentas despegar, y siempre hay alguien listo para cortarte las alas.

Ahora que declaras que tienes voluntad y que aceptas pagar el precio para salir de la mediocridad, viene la parte de la reflexión. Mírate a ti mismo, a lo que estás haciendo. ¿Estás haciendo lo justo para hacerla? ¿O estás dando lo mejor?

«Dar lo mejor» es un concepto relacionado a la mejora contínua. Es lo que hacemos aquí en los cursos Arata Academy. Tu mejoramiento continuo. Tu mejor hoy tiene que ser mejor del de ayer. Y aquí viene la cuarta parte, que es la acción. Cuidado. Muchos dirán «ah, yo ya sabía todo eso». Saber es una cosa, practicar con dedicación todos los días es otra. El conocimiento sin práctica no te da resultados. Tienes que actuar de forma constante para obtener resultados diferentes. Tienes que pagar el precio. Tienes que aceptar la incomodidad. Además, tienes que buscar activamente la incomodidad.

Si parece difícil, no es culpa tuya. Nuestra evolución hizo que nos acomodásemos, pues así ahorramos energía. Es eficiente querer estar de tonterías. Ponerse a mirar fotos de los demás en redes sociales, perder el enfoque. Por eso para salir de la cultura de la mediocridad tengo que salir de lo básico, tengo que hacer conscientemente este esfuerzo extra con mejores decisiones. 

3. El desafío es que no es fácil tomar decisiones coherentes.

Si nuestro resultado es consecuencia de nuestras decisiones, solo tenemos que tomar mejores decisiones para tener mejores resultados. Pero eso no es tan fácil. No sirve con solo decir que queremos.

Mira por ejemplo la cantidad de personas que dicen que quieren vivir un gran amor, que se casan haciendo promesas y terminan en divorcio. Mira la cantidad de personas que trabajan en un empleo que odian. Cuarenta horas semanales (o más) de auto tortura. La cantidad de personas que dicen que quieren tener un cuerpo atlético pero se alimentan mal y viven de forma sedentaria.

¿Por qué decimos que queremos una cosa y después nos comportamos de manera incoherente? ¿Decimos que queremos salir de la mediocridad y al siguiente minuto en vez de invertir en nuestra mejora, estamos perdiendo el tiempo con alguna tontería?

Seguro que conoces a gente que dice «yo querer, quiero, y sé lo que hay que hacer… pero a la hora de hacerlo me acabo perdiendo, estoy confuso, me entra pereza, lo acabo dejando para después y me olvido».

La persona que sufre este tipo de problema necesita aumentar su nivel de consciencia. Las decisiones tienen que volverse decisiones conscientes. Sobre esto puedes encontrar un entrenamiento más profundo en el link y te lo explico de forma sencilla aquí:

Para todo tipo de decisión que tomemos, existen diferentes niveles de resultado y niveles secundarios, terciarios y mucho más. Por ejemplo: estoy andando y paso por delante de una pastelería. Puedo ignorarla y seguir mi camino o  puedo entrar a comer un dulce. El nivel inmediato de resultado es de placer por comer ese dulce. Tengo una experiencia sabrosa. Sin embargo, luego puedo sentir culpa, remordimientos. Y si hago de esto un hábito repetido con exageración, puedo ganar peso, obesidad, diabetes y otros problemas.

¿Y si ignoro la tienda de dulces y aún así después me esfuerzo en ir al gimnasio? El resultado inmediato puede ser sudor, cansancio, dolores. Pero haciendo de esto un hábito repetido, tendré un cuerpo más saludable y probablemente también una mente más saludable y una vida más equilibrada.

El nivel inmediato es el más obvio. Necesito tenerlo bien claro para dar el peso necesario también a los resultados de otros niveles. Cuando consigo darle la debida atribución a todos los niveles y consecuencias, sí podré tomar una decisión consciente. No es fácil, pero es posible y puede entrenarse.

Como siempre tenemos la mejor parte para el final. Y el consejo que voy a compartir es en forma de historia y tiene que ver con nuestro entrenamiento en este link.

Érase una vez una chica que todos los días, yendo al trabajo, pasaba enfrente de una casa en la que había un señor sentado en la terraza, con un perro tumbado a su lado izquierdo.  Y el perro siempre tenía cara triste y gemía de dolor. Todos los días, pasando enfrente de esta casa, la situación era la misma: el viejo sentado y el perro al lado izquierdo, gimoteando.

Un día la chica no aguantó más y decidió intervenir. Le preguntó al viejo:

– Señor, ¿no se da cuenta de que su perro está sufriendo? ¿Por qué lo deja llorar todos los días?

El viejo respondió:

– Es que en el suelo aquí de mi lado izquierdo las tablas están sueltas y las puntas de los clavos se salen. El perro acaba tumbándose encima de los clavos y se pone a llorar.

Y la chica le preguntó:

– ¿Por qué entonces no se tumba el perro a tu lado derecho?

El hombre reveló el motivo:

– Es porque no le está doliendo lo suficiente.

No dejes que la mediocridad te lleve a un punto de desastre.

Sabemos exactamente lo que no va bien en nuestra vida. Pero el problema es que el dolor no es aún suficientemente fuerte para hacer algo al respecto.

No dejes el tomar una actitud para cuando la vida se vuelva insoportable. Decide ahora. Tenemos una serie exclusiva de vídeos para esto, a los que tendrás acceso registrándote en el link.